Esta nueva «tienda» permite acampar bajo el agua

Esta nueva «tienda» sumergible, llamada Ocean Space Habitat, permite a los buceadores dormir, comer y descomprimirse bajo las olas



Desde el nacimiento del submarinismo moderno en la era de Jacques Cousteau a principios de los años 40, los exploradores del océano han buscado formas nuevas de permanecer más tiempo bajo el mar. Debido a las restricciones del tamaño de las bombonas y la fisiología humana bajo presión, los submarinistas deben salir periódicamente en busca de aire, a veces minutos después de llegar al fondo.

Aquí entra el Ocean Space Habitat, concebido como una especie de «campamento base» submarino.

El Ocean Space Habitat hinchable —diseñado y patentado recientemente por el explorador de National Geographic Michael Lombardi y el profesor adjunto de la Universidad de Nueva York Winslow Burleson— es un sistema portátil de soporte vital para los buceadores que quieren ir a más profundidad y quedarse más tiempo del que permite el submarinismo convencional.

Los peligros de las profundidades

Usar una escafandra autónoma convencional tiene diversas limitaciones. Para empezar, las inmersiones a más profundidad equivalen a periodos más cortos en el lecho marino, ya que el cuerpo humano consume aire más rápido conforme aumenta la profundidad. Para salir a la superficie de forma segura se necesita una larga espera a diversas profundidades para aclimatarse al cambio de presión. Un ascenso inadecuado puede provocar síndrome de descompresión, la acumulación de burbujas de gas en la sangre y los tejidos. Y llegar hasta una cámara hiperbárica para tratar este peligroso síndrome puede ser difícil y caro.

«Hemos estado en lugares remotos donde, si contraes el síndrome de descompresión, ya puedes despedirte», afirma Jennifer Hayes, fotógrafa submarina de National Geographic. En esos lugares, donde las instalaciones de emergencia son inalcanzables, ella y su colega David Doubilet se ven obligados a bucear de forma más prudente, lo que puede afectar mucho a su trabajo.

La seguridad por encima de todo

El hábitat de Lombardi y Burlesons pretende resolver este y otros problemas. Lombardi, inspirado en algunas experiencias de buceo peligrosas cuando, ante la rápida reducción de oxígeno, necesitó hacer paradas de descompresión más largas en mar abierto, quería diseñar una sala de respiración —protegida del frío y los depredadores— para la descompresión, posibles emergencias y «el uso productivo de tiempo poco productivo».

En su «tienda» hinchable, varios buceadores pueden introducirse a la vez en la cámara seca, quitarse el equipo, hablar, comer, procesar muestras o incluso dormir durante el proceso de descompresión.

En caso de emergencia, «un refugio de recompresión dentro del agua supondría una ventaja enorme», señala Hayes, «ya que permitiría comunicarse durante una experiencia posiblemente arriesgada».

Otra ventaja obvia es la conservación del aire. Sobre todo, en el caso de fotógrafos que busquen objetivos salvajes fugaces, Hayes dice que «unos minutos extra de aire pueden suponer la diferencia entre el éxito y el fracaso».

Bajo presión

Desde que se probó por primera vez a finales de los años 30, el «buceo de saturación» —cuando un buzo permanece bajo presión durante largos periodos de tiempo en lugar de aclimatarse a la presión superficial varias veces— ha permitido un mayor acceso a los mares del mundo.

Los «hábitats» submarinos que permiten inmersiones más largas no son una novedad: la forma más simple, la campana de buceo, lleva existiendo durante décadas y existen varias versiones creativas de ella.

Hoy, las plataformas petrolíferas y otras industrias comerciales marinas apoyan las instalaciones de buceo de saturación, como cámaras (presurizadas) submarinas y a bordo de barcos. Por su parte, la NOAA estadounidense cuenta con una base submarina llamada Aquarius, el único centro de su tipo dedicado a la ciencia. Permite a los investigadores trabajar durante días, semanas o incluso meses en los arrecifes de cayo Largo, Florida, sin necesidad de salir a por aire hasta terminar su labor. Llévatela contigo

Pero la Aquarius no es móvil, mientras que la nueva «tienda» es portátil, según dicen sus creadores: la estructura principal puede llevarse y facturarse como equipaje y los buceadores pueden desmontarla y volver a inflarla en otro lugar, si lo necesitaran. «Tener la opción de una plataforma portátil se convertiría en una gran incorporación al arsenal de la ciencia de exploración», afirma Broad.

Además, es asequible y cuesta menos de lo que cuesta organizar algunas operaciones de submarinismo. «Yo diría que ofrece la oportunidad de una experiencia “inmersiva”», escribió Lombardi en un email. «La tienda nos permite tener un refugio como visitantes temporales utilizando técnicas de submarinismo convencionales».

«También podría ser un valioso recurso compartido», añade, para un grupo interesado en largas excursiones científicas submarinas o incluso para «tomar el té u organizar picnics submarinos».

Burleson señala que practicar buceo con este hábitat es «como convertir una caminata corta en el bosque en una excursión de acampada de un fin de semana. El hábitat te permite hacer más que solo aquello para lo que has venido, ya seas fotógrafo, investigador de corales o científico ciudadano».

Y lo que resulta más emocionante, según él, es lo que podría implicar este equipo para quienes no trabajan normalmente bajo el mar. «Imagínate que un turista, habitualmente limitado a una inmersión de una hora, pudiera quedarse bajo el agua más tiempo durante esa transición mágica de la luz del sol a la oscuridad del crepúsculo, con toda la vida que surge», explica. «La gente podría experimentar el océano de una forma nueva».

Con el sello de la patente aún reciente, Burleson y Lombardi buscan socios para nuevas expediciones. «Esperamos que contacten con nosotros buzos preparados para explorar las nuevas posibilidades», afirma. «Estamos listos para llevarlo ahí fuera».

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