LA REVOLUCIÓN DE LAS BRAGAS

Esta nueva pieza de lencería puede cambiar la vida de muchas mujeres. Que opináis chicas?



La cooperativa Femmefleur, formada por Eva Polío, Clara Guasch, Cristina Torres y Laida Memba, encontró en menos de 48 horas en Verkami los 21.570 euros que necesitaba para lanzar al mercado las primeras 1.500 muestras de las Cocoro, unas braguitas diseñadas por Rosario Puñales que cuestan unos 30 euros y aparentemente son como las demás, pero que están provistas de tres capas: una hipoalergénica de algodón para poner en contacto con la piel; una exterior y embellecedora de lycra o algodón, y en medio, una fina fibra de tejido tecnológico bactericida que absorbe el flujo menstrual y vaginal, las pequeñas pérdidas de orina y, por supuesto, el olor que comporta.

Las emprendedoras, que tienen su sede en el espacio de Coworking Domenech7, también cubrieron rápidamente el segundo objetivo de su campaña de micromecenazgo. Con 50.000 euros podrán ampliar la producción única en negro a diversos colores y llegar a más mujeres incorporando las tallas a la XXL y a la XXS. Si logran 90.000 euros podrían sumar un cuarto modelo a los tres que se ofrecen actualmente. En todo caso, la campaña estará viva hasta el 23 de diciembre y ya no hay límites. En el momento de publicación de este artículo, habían recaudado 72.000 euros.

"Creiamos que funcionaría, pero la respuesta nos ha sorprendido a nosotras mismas", confiesa Polío. "Es que en un mundo en el que se están innovando continuamente, en productos de menstruación se ha innovado muy poco", añade Guasch.

La compresa desechable se inventó en 1895, pero no se popularizó hasta la década de 1970. La primera patente del tampón, el primer método interno, es de 1929, pero los prejuicios morales frenaron el uso masivo hasta la década de 1980.

Poca novedad hasta la reciente y paulatina entrada en escena de la copa menstrual, un pequeño recipiente de silicona que se inserta en la vagina como un tampón, pero con residuos mínimos (es reutilizable) y sin el inconveniente de exponer a las mujeres al contacto con productos químicos ni plásticos.

Las arquitectas Polío y Memba, que se habían conocido en la facultad, descubrieron la copa menstrual por separado en el 2010. "Quedamos para comer y comentamos emocionadas que era algo que todo el mundo debería conocer", explica. Pensaron en otra amiga diseñadora, Torres, que podría crear la parte gráfica de una nueva empresa. A pesar de estar viviendo en Holanda, ésta se emocionó con el proyecto, que se materializó en una cooperativa.

Femmefleur obtuvo la distribución en exclusiva de la copa Femmecup y en el 2011 puso en marcha la primera tienda virtual de copas menstruales de España, que recibe más de 630.000 visitas al año,. "Las consultas nos hicieron ver que las mujeres necesitaban, en algunos momentos, métodos de higiene externos distintos a la compresa, que es incómoda y se mueve", explica Polío.

En Estados Unidos hay marcas como Thix, que fabrican braguitas aparentemente normales pero pensadas para la menstruación y Femmefleur decidió explorar en esta línea. La cooperativa invirtió entre 75.000 y 100.00 euros en la creación de prototipos y trabajo de campo. El grupo de inversores GiCoop invirtió otros 50.000 y el resto de gasolina procede de las microdonaciones.

Guasch, una filóloga de Domenech7 que asesora a compañías para definir su estrategia empresarial, se sumó a la cooperativa para encajar las Cocoro dentro de la filosofía Femmecup. "Creo que las Cocoro es un producto con mucho recorrido y que las mujeres irán descubriendo nuevas utilidades. Todavía tiene que sorprendernos", asegura Guasch.